domingo, 21 de diciembre de 2008

VIVIR Y SOÑAR

He abierto la puerta para dar la bienvenida al aire fresco pero oculto hay un filtro, para evitar que entre el aire contaminado

Procuro imitar al sapo que logró escalar a la cima, pero me hago el sordo si me interesa; en eso, soy más malo que el animal. Claro, es que los humanos esta mas que demostrado que superamos a los animales en muchas actuaciones.

A veces una grave enfermedad te roba un ojo, pero un campiñero cordobés que disfrutaba degustando los ricos vinos Montilla –Moriles, rico "mosto" que te abre la mente,te inspira, analiza la situación y comportamientos de algunos humanos, (¿) y expresa a veces en voz alta……….

“veo con un solo ojo, cosas que no veía con dos”

Me apetece seguir siendo Utópico, y lo que me quede de vida, lo dedicare a…..


VIVIR COMO PUEDA,Y SOÑAR






Una gran roca no deja paso a la otra. ASI ES LA VIDA


Os confieso que cuando cada mañana abro la ventana del ordenador y, como por arte de magia la ilumino con un leve toque de mi dedo, percibo en el estómago una sensación entre ilusionada y expectante, quizás también inquieta. ¿Quién me esperará hoy detrás de la ventana? Esta mañana he encontrado, esperándome, la sonrisa recuperada de un antiguo y perenne amigo, que quería contarme un cuento...
El cuento es éste: Que hubo una vez una competición de sapos. El objetivo era llegar a lo alto de una elevada torre. Se reunió en el lugar una gran multitud de gente dispuesta a aclamarlos y animarlos. Comenzó la competición. Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era: "¡Qué pena! Esos pobres sapos no lo van a conseguir... ¡Es demasiado difícil!". Los sapitos comenzaron a desalentarse y a desistir.
Sin embargo, había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima, seguido por los pocos que iban quedando. La multitud repetía y repetía su clamor unánime: "¡ Qué pena! ¡ No lo vais a conseguir!" Y los sapitos, uno tras otro, se iban dando por vencidos... Sólo aquel intrépido sapito seguía imperturbable, constante, cada vez con más ímpetu, con más fuerza. Ya llegando el final de la competición todos los sapitos habían abandonado la prueba, menos aquel que curiosamente, en contra de todos, seguía con paso firme, persistiendo en su esfuerzo, renovándolo y manteniéndolo, hasta llegar a la cima... Todos querían saber qué le había pasado, cuál sería el secreto de su constancia y de su ímpetu. Alguien se acercó a preguntarle cómo él sólo había conseguido ganar la prueba. Y entonces descubrieron con sorpresa que ese sapito vencedor... ¡era sordo!
Y a este respecto mi reflexión sugiere que el cerebro humano, la estructura orgánica de mayor y más admirable complejidad y perfección que ha logrado la evolución de las especies, es primordialmente un órgano de supervivencia, igual que lo son las garras del animal de presa. Pero también es verdad y evidente que nuestro cerebro está diseñado, dotado y dispuesto para funciones mucho más diversificadas y evolucionadas que la de esa función elemental, aunque imprescindible, de sobrevivir, que es en lo que desgraciadamente la emplean y la agotan casi en exclusividad una enorme cantidad de personas en el estado actual de nuestra llamada "civilización".
Recuerdo que Albert Camus escribió en su libro La chute, entre amargo y decepcionado, que si alguna vez hubiera que describir al ser humano de su generación, lo único que se podría decir de él es que "fornicaba y leía los periódicos". Y pienso con desaliento que, a estas alturas de nuestro "progreso humano", la actividad de leer periódicos, que considero sana y útil porque aprovecha al menos una base muy válida de inteligencia, está sustituida por "mirar los programas del corazón"...
Sólo me queda espacio en la columna para añadir la moraleja del cuentecillo: Que sepamos ser sordos cuando se nos intenta hacer creer que la vida ("la vida en directo" como en G. H.) es solamente eso, y se nos desalienta en la empresa de aprovechar nuestras capacidades mentales para alcanzar la cima de muchas ilusiones soñadas. Me vienen ahora a la memoria unos versos sentenciosos de Miguel de Unamuno: "El secreto del alma redimida: / Vivir los sueños / al soñar la vida".
Y sugiero un slogan arquitectónico: Construirnos y re-construirnos cada día con los mejores ladrillos de uno mismo... Con esta ilusión es cómo avanzamos en nuestro flujo vital, orientando nuestro deseo y nuestros sueños hacia la utopía del propio perfeccionamiento y, en definitiva, del de la Humanidad.


De fernando jiménez hernández-pinzón

0 comentarios:

 

Blogroll

Site Info

Text

Yo, y mis circustancias Copyright © 2009 WoodMag is Designed by Ipietoon for Free Blogger Template