sábado, 20 de junio de 2009

Ejemplos a imitar

REFLEXION

Este articulo que apareció a principio del 2008, lo actualizan posturas de la curia católica que en mi opinión, no para de entrometerse en la vida política con la cantidad de faena que tiene si escogiera de una vez por todos los ejemplos, y el recorrido de otros cristianos que predicaron con el ejemplo.

Me ha parecido oportuno sacarlo e incluirlo en el BLOG en memoria de un trabajador nato en la fe entregado a los más necesitados que ha dado su vida en la India, trabajando más de 50 años en las zonas más pobres del país, con un fuerte carácter humanista que decidió conocer la realidad, y las necesidades de la gente.

Que ejemplos. Algún rubor debiera darle a más de un prelado que se entusiasman con el micrófono e intentan inmiscuirse en la vida política, ¿Por qué no lo dejan por un tiempo y prueban a convencer con el ejemplo, y el sacrificio como este gran hombre, que se ha marchado de este mundo entregado a una causa humana de verdad?



Nostalgia de Tarancón

Antes de irse de vacaciones a Egipto con su novia, el presidente de la República Francesa fue recibido como canónigo de honor de la basílica de San Juan de Letrán, en Roma. Francia, como se sabe, es el Estado laico por excelencia, con una separación radical de la Iglesia. Aun así, Nicolas Sarkozy hizo un discurso deferente, en el que estableció un nuevo concepto, la laicidad positique es la que no considera a las religiones un peligro. Añado que habría que establecer el principio complementario, la religiosidad positiva, aquella que no considera a los Estados democráticos un peligro.
Un pensamiento ajeno a los oradores de la manifestación del domingo en Madrid, de apoyo a la familia cristiana, en la que dicen que había dos millones de personas. Lo más fundamentalista de la jerarquía católica sostuvo allí que el laicismo conduce a la disolución de la democracia, que en España se persigue a la familia y hay una regresión de los derechos humanos. Varios príncipes de la Iglesia española -García-Gasco, Cañizares y Rouco- atacaron al Gobierno con un discurso apocalíptico contra la ley de matrimonio de los homosexuales, la pretensión de aumentar los supuestos despenalizados del aborto, el divorcio rápido o la asignatura de Educación para la Ciudadanía. No importa que la financiación, el Concordato o la escuela religiosa concertada no corran riesgo alguno.
Esta no es la Iglesia que suma en su pensamiento fe y razón, principios defendidos por el Papa en Ratisbona. Es un grupo que pretende que no haya "ninguna constricción en las cosas de la fe": justo lo que se reprochaba a los musulmanes en aquel discurso. Rouco y compañía también defienden un poder terrenal. Así se entiende que la radio de la Iglesia reclame la abdicación del Rey y la jerarquía pida oraciones contra los ataques al Monarca. O que una institución que anula matrimonios canónicos no tolere que el Estado democrático divorcie. Cuando la democracia estableció el matrimonio civil en España, los obispos dijeron que era un inmoral concubinato. Ignoro la calificación que les merecerá la relación de Carla Bruni con Sarkozy, recién salido de la basílica romana.
Predicar la objeción de conciencia contra el Estado, con el argumento de que la Constitución establece el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones, nos llevaría a admitir el mismo principio para los integristas musulmanes. En 1975, monseñor Tarancón clamó por una España de todos. Era una ruptura con los purpurados de brazo en alto, escaño en las Cortes franquistas y palio a disposición del dictador. Sus sucesores han dado marcha atrás: prefieren la agitación política y la confrontación. El del domingo no fue un acto religioso. Hubo unas 200.000 personas, pero al contar manifestantes políticos, el octavo mandamiento no obliga.
I
gnacio Martínez

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viernes, 5 de junio de 2009

He confiado toda mi vida en los jovenes




Me esta fallando la derecha después de cincuenta años trabajados: tengo hasta un dedo de la derecha torcido y eso, no se lo deseo a nadie, y mucho menos a nuestros jóvenes. Así que no desperdiciemos las oportunidades que nos brinda la vida.


Prefiero Meritocracia a la Timocracia


Deshojemos la margarita pero contando y analizando bien las hojas



La insoslayable sustitución del obsoleto modelo socioeconómico aún imperante exige nuevos liderazgos

En griego, áristoi significa "los mejores" y kratia, "gobierno". Aristocracia quiere decir, pues, "el gobierno de los mejores". Era la opción que Platón propugnaba como ideal en politeia. Politeia significa "gobierno de la ciudad" o "política", término que Cicerón tradujo al latín como Res publica (cosa pública), o sea, La república. Para Platón, la aristocracia era la mejor manera de hacer "política", es decir, de gobernar

. Platón prefería ver el Gobierno compartido entre los mejores que concentrado en una sola mano o monarquía. Cuando la riqueza pasaba por encima de los valores, los mejores eran desplazados por los más temidos y la aristocracia devenía timocracia, o Gobierno de los poderosos. Platón sostenía que la timocracia degeneraba en oligarquía, o Gobierno interesado de unos pocos. La rebelión popular contra la oligarquía instauraba la democracia, el Gobierno del pueblo, que no estaba preparado para gobernar: entonces la democracia se convertía en demagogia, un desgobierno propiciador de la tiranía.

ESTAS FIGURAS platónicas fueron recuperadas por Aristóteles y otros pensadores, pero sobre todo sirvieron para denominar formas reales de Gobierno más o menos ajustadas al modelo teórico de Platón. La evolución de la sociedad, sin embargo, introdujo sofisticaciones en las formas de gobierno, lo que convirtió en anfibólicos estos términos. Así, tan "monarca" es un democrático rey constitucional moderno como un despótico soberano medieval, y tan "democrática" es la Unión Europea como la Atenas de Pericles, por más que presenten serias diferencias entre sí. Igualmente, el concepto moderno de república no tiene nada que ver con la idea platónica de politeia.

El término aristocracia también ha sufrido cambios importantes. En la Europa renacentista devino sinónimo de nobleza. Los aristócratas eran los nobles, es decir, los poseedores de tierras y títulos, a los que Platón hubiera llamado timócratas. En no pocos casos habrían merecido la denominación de oligarcas, de no ser porque tal término cubrió nuevas necesidades semánticas y pasó a designar, mejor, a los timócratas plebeyos, o sea, burgueses enriquecidos que decidían pro domo en política económica.

El caso es que el pueblo detestaba a los aristócratas, cultos e incluso refinados, pero egoístas, displicentes y reaccionarios. La Revolución Francesa barrió a la aristocracia, instauró la democracia republicana y dio a todos esos términos nuevas connotaciones que han perdurado hasta el presente. En la actualidad, asimilamos aristocracia a algo rancio o a elegancia literaria.


TAMBIÉN HAN surgido otros conceptos. Hablamos de meritocracia, por ejemplo. Estados Unidos es un país meritocrático, porque quienes tienen méritos prosperan. No es un concepto político, pero el triunfo social de los valiosos --por encima de privilegios, prebendas e influencias-- instaura una moral socioeconómica que acaba teniendo influencia política. Estados Unidos es una democracia meritocrática, en tanto que la Catalunya burguesa del siglo XIX y del XX fue un país meritocrático que, gracias a ello, sobrevivió bajo una monarquía borbónica o una tiranía franquista de carácter timocrático, si no oligárquico. En todo caso, las democracias liberales subsiguientes al ideario ilustrado de la Revolución Francesa presentan síntomas de agotamiento ideológico.

La famosa refundación del capitalismo propugnada por Nicolas Sarkozy o Tony Blair suena a canto del cisne del modelo. Las tiranías populistas que se adueñaron de la ideología marxista han pasado también a la historia. La emergencia del sostenibilismo, que no es una ideología política, pero que conlleva un marco socioeconómico incompatible con los modelos sociopolíticos imperantes, acaba de acentuar la necesidad de cambios profundos.

En Catalunya, la meritocracia ha entrado en crisis desde que un sensible porcentaje de la población ha pasado a engrosar las filas del funcionariado y desde que se ha debilitado la autoexigencia. Sin la meritocracia que ejerció de aristocracia subsidiaria durante dos siglos y carente de aristocracia nobiliaria efectiva desde el siglo XVII o antes, Catalunya corre el riesgo de quedar decapitada. De hecho, ya lo quedó con el hundimiento de su aristocracia bajo los Austrias y apenas recuperó un liderazgo meritocrático bajo los Borbones, las dos repúblicas o el franquismo. Precisa dotarse, pues, de un estamento con capacidad y voluntad lideradora, en el bien entendido de que los partidos son otra cosa. Algunos pensamos que necesita una neoaristocracia moral, sostenibilista, heredera de los valores griegos, de la ideología ilustrada y de la meritocracia burguesa.

SIN ÉLITES NO hay sociedades organizadas. Hacen falta élites capaces y moralmente íntegras, unos nuevos áristoi sostenibilistas que eviten las oligarquías y tira- nías a que estamos expuestos, sobre todo ahora que el pueblo empieza a acumular animadversión hacia un sistema enloquecidamente desarrollista y unos dirigentes que han llevado al mundo a la delicada situación actual. Salvando las distancias, el momento presente ofrece significativos paralelismos con la segunda mitad del siglo XVIII. Suerte hubo entonces de los ilustrados. Eran los clarividentes aristócratas platónicos enfrentados a la insensatez de los oligárquicos aristócratas nobiliarios. ¿Quién se opondrá a los tiranos, oligarcas y demagogos modernos?*

Ramon Folch
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