domingo, 19 de octubre de 2008

CRISIS PARA LOS MISMOS



Con Permiso del Sr. Rivera


Money, money



La crisis económica? ¿Qué crisis?, se oye decir a los que a lo largo de su vida no han conocido más prosperidad económica que la del día a día de un salario o una siempre precaria jubilación. Los viejos de mi pueblo dicen que esas son cosas de señoritos (cuando dicen señoritos se refieren a los ricos y poderosos) que no saben qué hacer con el dinero. Llevan más razón que el Papa que acaba de proclamar que "el dinero no es nada". Estoy de acuerdo con Benedicto XVI : el dinero no es nada, ni siquiera tiene la magia que le atribuyera Liza Minelli cuando cantaba el "money, money" de la película Cabaret . Solo que en el mundo tangible y real el dinero es causa y esencia, ontología y categoría del "tanto tienes tanto vales". El dinero, si sirve, es como moneda de cambio y autoestima del instinto de supervivencia. Eso si nos referimos al que usamos cotidianamente, no al dinero tóxico que ha provocado esta crisis y todas las que recuerdo. De la de 1973, conocida como la primera crisis del petróleo, recuerdo una anécdota graciosa sucedida en una gran empresa de Córdoba que hoy ya no existe. En aquella empresa comenzaron las primeras jubilaciones, dado que el personal más antiguo había comenzado su trabajo en la primera postguerra. Sucedió que uno de aquellos que no iba a jubilarse y que era un bromista impenitente no tuvo mejor idea que la de hacerse con un documento con el membrete de la Seguridad Social. Hizo una fotocopia del membrete y a continuación se dirigió individualmente por carta a todos aquellos que se habían jubilado con estas indicaciones: "Señor mío: como debe usted saber, a consecuencia de la crisis del petróleo la Seguridad Social es posible que se vea incapacitada para pagar las pensiones de jubilación. Con tal motivo le requiero para que en el mes de enero de 1974 se persone usted en el cementerio más cercano a su domicilio, provisto de una lata de gasolina, con el objeto de ser incinerado". La anécdota, verdadera, fue motivo de chirigota entre el personal de la empresa y entre la mayoría de los recién jubilados, aunque entre estos últimos no faltó quien presentara, siguiendo la broma, una reclamación en la que alegaba que lo que no le parecía justo es que, encima, tuviera él que aportar la gasolina.
Aquella crisis económica de 1973 nada tiene que ver con la actual, salvo en aspectos muy puntuales como los del precio de la energía negra. Por cierto, está bajando el precio del petróleo aunque no nos enteremos ni en el índice de precios al consumo y mucho menos en la bolsa de la compra. Esa negra energía de la que tanto dependemos nunca será sustituida por energías alternativas. Los intereses del sistema no lo consentirán mientras existan reservas de pozos petrolíferos y en las economías emergentes de China e India no haya dos automóviles por familia. A esas economías, por cierto, no parece afectarles demasiado esta crisis del "money, money". Debe de ser porque en esos países la banca no es, como en Occidente, un poder paralelo al del Estado. Ni sus mafias tienen retenido un inmenso capital no declarado en billetes de 500 euros. Si saliera a la luz todo el dinero tóxico que acumula Occidente otro gallo nos cantaría. El problema reside en cómo nacionalizar no la banca sino ese dinero tóxico invertido en mil triquiñuelas de evasión de capitales. Porque el dinero, negro o limpio, existe, no se ha evaporado por arte de birlibirloque. Todos sabemos en manos de quien está. De las mafias, por supuesto: las legales y las ilegales. A ver qué Estado se atreve con eso.
Carlos Rivera* Poeta

1 comentarios:

Roger Sitwell on 22 de octubre de 2008, 0:42 dijo...

En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.

 

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